Nacionales, Social, Trabajo, Gobierno, Justicia, Educación Fabio Lozano Uribe Nacionales, Social, Trabajo, Gobierno, Justicia, Educación Fabio Lozano Uribe

Crónica de un Paro anunciado

Si el Presidente Iván Duque se mostrara tan fuerte y decidido en el frente social, como lo ha hecho en el policivo y militar, los colombianos no le tendríamos tanta desconfianza. Y, eso, por no hablar de los frentes tributario, educativo y pensional, en que sus ministros lanzan anzuelos sin carnada, en un río tan revuelto que lo que se pesca es turbio y no resiste el más mínimo análisis de transparencia. O por no entrar en detalles del tiempo que ha perdido en cavar profundas trincheras para dispararle a los acuerdos de paz, donde él, a duras penas, oficia de soldado raso. O por no mencionar el esfuerzo desmedido por ganar indulgencias de Donald Trump, a costa de patear un avispero que es mejor dejar que se caiga solo; por aquello de que lo que está maduro, no aguanta mucho antes de podrirse y servir de alimento a la carroña.

El 21 de noviembre pasado hubo comparsas, con distintos ritmos e instrumentos autóctonos; hubo ríos de campesinos e indígenas, con sus quejas al hombro, buscando reacciones válidas y positivas del gobierno; hubo consignas de las centrales obreras pidiendo por salarios igualitarios con el costo de la vida; hubo caminantes de la tercera edad, en muletas y sillas de ruedas, lisiados por la iniquidad de sus pensiones y estuvieron -entre muchos otros actores de la injusta realidad colombiana- los restantes líderes sociales, de una matanza que los ha diezmado por centenas, clamando por una repartición de tierras digna para quienes la cultivan y la han usufructuado por generaciones. Si bien hubo disturbios y problemas graves del orden público, el Presidente de la República en ambas alocuciones, minimizó el lamento del pueblo a problemas cuyas soluciones -según él- se vienen trabajando desde los quince meses que ha durado su mandato y prometiendo continuar con unas conversaciones cuya contraparte, ya, se cansó de tanto palabrerío y quiere pasar a la acción, a la manifestación pública de las injusticias a las que se encuentra sometida.

Es absurdo sugerir que la intervención del Esmad, la Policía Nacional y el Ejército, garantizó la expresión libre de los colombianos que salieron a marchar por quejas sustentadas en la ausencia del Estado, en regiones de alta peligrosidad; por el pisoteo constante de los derechos constitucionales de libertad, orden, desarrollo de la personalidad y justicia; o por el mero descontento, pues estamos lejos de ser el país más feliz del mundo. Al contrario, los cielos de Bogotá decidieron llorar, la tarde del Paro Nacional, en virtud de que la vivencia de una muchedumbre buscando ser escuchada, defendiendo la paz, contra vándalos e intereses mezquinos, es -a grandes rasgos- un microcosmos de nuestra querida Colombia.

Lo que impresiona de los manifestantes en Bogotá, los que se concentraron en la Plaza de Bolívar, es que vinieron de todos los rincones del país. Lo que quiere decir que agregaron a sus penurias un viaje a las inmediaciones del páramo, para lograr una interlocución que, hasta el momento no se ha dado; y no se ha dado, por la sencilla razón de que ninguno de ellos: ni el paria, ni el cafetero, ni el artista, ni el amargado, ni el sindicalista, ni el estudiante, ni el ambientalista, ni el pensionado, ni nadie, han obtenido respuesta. No se han calibrado los descontentos para cuantificarlos, calificarlos y así, buscar canales de entendimiento. El Presidente todavía cree que se trata de problemas que se arreglan por decreto; desconoce, hasta el momento, que tener, a los manifestantes, al pie de la Casa de Nariño, es una oportunidad para invitarlos a la mesa y escucharlos. Me refiero a escucharlos, de verdad, hacerle el quite al oportunismo deshonroso de sus copartidarios, evitar las presiones beligerantes de quienes no reciben mermelada y volver a ser el candidato que, en mangas de camisa, se comprometió a la lucha social y al respeto por los acuerdos de paz. ¡Por ahí se empieza o se continúa, según sea el caso!

Si bien no faltaron la violencia, el miedo y la vivencia de las nuevas generaciones que evidenciaron, por primera vez, la capacidad destructiva de una sociedad pordebajeada y mantenida al margen de la seguridad y el progreso, la entraña del Paro Nacional fue pacífica y merecedora de toda la atención por parte del poder central. Las parcas reacciones del gobierno, ante los inconformes, nos pueden llevar a suponer, de pronto, que Iván Duque reconoce sus limitaciones para cumplirle a Colombia y no piensa hacer nada al respecto, sino seguir sobreaguando tres años más; y no lo escribo de mala leche sino que me pregunto: ¿Si el Paro fue anunciado porque no se prepararon respuestas más convincentes y tranquilizadores para los distintos actores de tan multitudinaria protesta? Hay que pasar de las acciones reactivas a las proactivas, so pena de que los aires de improvisación que rodean las decisiones de la Casa de Nariño sigan siendo confundidas con la falta de voluntad o, peor, con la recurrente duda: madre de todas las desconfianzas.

En el peor de los escenarios, de pronto, a Iván Duque -como a su padre putativo- lo que le conviene es la guerra; poder declarar toques de queda y conmociones interiores, a su acomodo, que distraigan la atención de la corrupción política que lo rodea -y que se niega a ver- o para sacar su agenda económica a la fuerza, tal y como Alberto Carrasquilla la tiene diseñada para amparar a los ricos y desamparar a los ya desamparados, que -al fin y al cabo- han logrado sobrevivir a la impunidad de sus explotadores, con rabietas que, afortunadamente, no pasan de blandir la única arma que conocen: la cacerola.

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Carrasquilladas

Este artículo, señor lector, puede no interesarle. Se trata de un tema recocido que no pretende ahondar sobre nada nuevo; sólo puntualizar en el hecho de que un Ministro de Hacienda inmoral logró quedarse, plácidamente, en su cartera, sin tener que dar explicaciones. ¡Bueno, eso no es cierto! Sí dio explicaciones, las esperadas y la principal: que él era la persona idónea para prestar las asesorías sobre un atraco que él mismo planeó y en el cual no tuvo que encapucharse, ni sacar el arma, ni amenazar a nadie, ni salir corriendo. Y digo “inmoral” por no llamarlo delincuente porque según mis fuentes en derecho penal, al no haberse probado una ilegalidad contemplada por la norma, el delito no se tipifica. Prima, entonces, la leguleyada de que: “mi único crimen fue tratar de llevar agua a municipios donde hasta las lagartijas mueren de sed”, donde la gente debe caminar kilómetros, ida y vuelta, en dirección a los ríos y quebradas, con contenedores a cuestas, para poder soltar el inodoro -donde los hay- lavar los platos o hacer una limonada.

La jugada de Carrasquilla fue tan hábil, tan fina, tan de cuello blanco, que es de admirar. No le tocó recurrir a morder los contratos de su administración, no le tocó sacar de la caja menor del ministerio para echarle gasolina a su propio carro o pagar los mariachis de una serenata, no tuvo que untarle la mano a ningún intermediario, sólo tuvo que lanzar el anzuelo: lograr la aprobación de un rubro para entregarle a los municipios, con destinación específica, préstamos impagables, a largo plazo, pero contantes y sonantes para los alcaldes de turno. Algunos de ellos, muy pocos, hicieron los acueductos; pero la mayoría se robó la plata, porque para eso fueron nombrados: para usufructuar, en beneficio propio, de los haberes de la nación; que es, hoy por hoy, la definición de la política colombiana. Mientras tanto se sentó -Carrasquilla- a esperar que pidieran sus asesorías sobre un tema que nadie más conocía y apenas picaron los primeros peces -que ni gordos tenían que ser- él ya tenía un tinglado “off shore” para ocultar el pago de sus honorarios del fisco nacional; y del ojo público porque, al fin y al cabo, la corrosión causada por su mala fe, le debió producir -asumo- una especie de gastritis del alma. La maniobra, o sea la ilicitud no pudo ser probada y no porque fuera imposible hacerlo, sino porque el Estado, con los niños consentidos, no se esfuerza mucho en señalar sus malas conductas y menos amparados por un presidente y un expresidente que tienen montado un acto como de ventriloquía.

“Acto como de ventriloquía” -símil poco original, que se ha utilizado hasta la saciedad para definir la relación entre el jefe y el subalterno del Centro Democrático, pero que no por eso deja de ser acertado- en el cual, un senador, le tiene metida la mano entera, hasta el cogote, al mandatario de la nación -no pregunten por dónde- para dominarlo a su antojo. Iván Duque, así se llama el muñeco, ha tratado de que no se note tan impropia cercanía y ha hecho cositas por su lado, pero sacar a un ministro es, como quedó demostrado, más alto que su vuelo. Y es curioso, porque paradójicamente es el muñeco quien tiene la autoridad moral para hacerlo pues nunca ha infringido la ley, ni cometido actos inmorales, es un buena gente embelasado por el poder y eso le pasa a cualquiera. Dejarse comer a cuento por un presunto hampón es más un acto de estupidez que otra cosa; pero eso también le pasa a cualquiera, justificable solamente si logra tomar plena posesión de su cargo, con todo lo que eso implica: acabar con la corrupción y sobre todo la que tiene frente a sus narices.

Y es que nos hemos vuelto permisivos, los colombianos, todos los colombianos. Ministros con mejores títulos, han caído por mucho menos, pero eran otras épocas, en que la dignidad era más importante que la plata. Una vez conocida la fechoría, a Carrasquilla qué le importa que lo llamen oportunista o atracador en los cocteles, o en el Gun Club, si tiene ocho mil millones de pesos regados por todo el Caribe. Esa es la verdadera moralidad de hoy: la avidez por el dinero es perdonable, bajo una sola e indispensable condición: cuando se consigue. Y debe ser en considerables cantidades porque, además, hay un adendum a esa certidumbre: que entre más se roba, más fácil es evitar las consecuencias; por eso el aumento de la riqueza ilícita es proporcional al miedo de templar en la cárcel. Aunque, inclusive, parece que hasta la prisión es llevadera si, uno, ya tiene asegurado su futuro para cuando salga y el de sus hijos y el de su esposa y el del amante de su esposa. ¡Por plata todo se justifica! Y ese convencimiento es la semilla de la corrupción, por eso el cambio debe ser de mentalidad. Empezando por la suya señor Presidente; usted debe pasar de ser un marranito con crocs a ser un toro con los cachos afilados, sin dejarse decorar con banderillas, ni poner la pica, ni sufrir la estocada. La faena es suya. Usted es el que debe matar al torero -o por lo menos encerrarlo- apagarle el traje de luces y no permitir que las carrasquilladas se multipliquen, se vuelvan en otro parámetro de normalidad para su equipo de trabajo y que todos, pensando en dejar su negocio personal planeado, le tiren a usted pedazos de carne para mantenerlo contento, para alimentar al muñeco que pone la cara frente a los medios de comunicación, como un emoticón y esa quijada que se le cae sin mayor control.

El problema con Alberto Carrasquilla es que como la hizo, no la pagó y sigue en su cargo, está empoderado. Con cipote espaldarazo suyo señor Presidente, saliva ante la posibilidad de acrecentar su fortuna, para él y los de su calaña, así sea a costa de los menos favorecidos que, como ya vimos: no le importan.

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La Consulta Anticorrupción debió ser más humana que política

Claudia López, Angélica Lozano, Jorge Robledo, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Antanas Mockus y Antonio Navarro, entre muchos otros, fueron los promotores de la Consulta Anticorrupción que se cayó por falta de unos quinientos mil votos. No importa, lo más seguro es que redunde en un reconocimiento importante para las bancadas de la oposición y cada vez más, se vayan desatornillando del poder quienes disponen, para sus bolsillos, de las billonarias sumas que nos roban del fisco. Parece, sin embargo, que hubo una falla de estrategia y que se hubiera podido rebasar ampliamente el umbral si la convocatoria hubiera sido más humana que política.

Lo digo porque basados en los resultados de la investigación más importante sobre corrupción que se ha hecho en nuestro país, la de la Universidad Externado de Colombia, lo que, de verdad, nos está carcomiendo por dentro es la corrupción social y no necesariamente la penal, contra la cual hay leyes de sobra que -como sabemos- poco se aplican. El exmagistrado Juan Carlos Henao, rector del Externado e impulsador de la investigación, lo expresó de la siguiente manera: “(…) tiene que haber sanción penal, ¿cierto? Pero más que la sanción penal lo que se perdió fue la sanción social en Colombia, que es mucho más importante. (…) La cultura del ‘vivo’ se reproduce en la corrupción. Porque el corrupto también se ha vuelto alguien exitoso en esta cultura colombiana, que para mí viene mucho de la cultura del mafioso. (…) El enfoque que arroja el estudio, sin perder la parte normativa, es más de atacar la deformación cultural que tenemos los colombianos”. (Entrevista especial para El Tiempo, realizada por María Isabel Rueda)

En ese orden de ideas La Consulta debió ser del siguiente tenor:

VOTO PARA CONSULTA POR UNA CULTURA ANTICORRUPCIÓN

1 - RECUPERACIÓN DE LOS VALORES Y PRINCIPIOS EN LOS QUE SE BASA LA VIDA EN SOCIEDAD DE LAS COLOMBIANAS Y COLOMBIANOS

SI O NO: ¿Aprueba usted que las personas honestas tengan el privilegio de ser quienes se ganen la estima de la comunidad como ejemplo a seguir; que la buena fe sea el cristal con que miramos a los demás; y, que las normas sean vistas como un medio para vivir en armonía y no como medidas que restringen el desarrollo de la personalidad delictiva?

2 - INTEGRACIÓN PARTICIPATIVA CON GRUPOS DE DISTINTOS ORÍGENES, ESTRATOS SOCIALES, CULTURALES Y ECONÓMICOS

SI O NO: ¿Aprueba usted que se realicen jornadas inclusivas en las que cada colombiana y colombiano tenga la oportunidad de compartir experiencias -como comidas, tertulias o actos de solidaridad- con gente más pobre o más rica, de diferentes razas y países, que provengan de comunidades indígenas, de diversas tradiciones, dialectos y modos de vida?

3 - INTERACCIÓN COMUNITARIA CON FAMILIAS Y PERSONAS DE DISTINTAS CREENCIAS RELIGIOSAS, SEXUALES Y POLÍTICAS

SI O NO: ¿Aprueba usted que sus hijas, hijos, esposa, esposo, vecinas, vecinos, conocidas y conocidos interactuen, cada que tengan la oportunidad, con ateos, agnósticos, cristianos, católicos, evangelistas, ortodoxos, mormones, lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, liberales, conservadores, radicales, izquierdistas y partidarios de Uribe, Petro, Fajardo u Ordóñez, por ejemplo?

4 - SEÑALAMIENTO Y DENUNCIA DEL DELITO COMO PROPÓSITO NACIONAL E IMPOSTERGABLE

SI O NO: ¿Aprueba usted que se señale y se denuncie social y policialmente la deshonestidad, sin miramientos de raza, patrimonio o apellidos, a quienes incurran en comportamientos tan mínimos como el robo de un artículo de mercado y tan graves como el enriquecimiento ilícito, la violación de niños, el secuestro y el asesinato?

5 - ERRADICACIÓN DE LA CULTURA MAFIOSA COMO IDEAL DE VIDA

SI O NO: ¿Aprueba usted, como un compromiso familiar y ciudadano, dejar de enaltecer a los ricos cuyo patrimonio ha sido construido por medio del delito; no referirse más a los pablos escobares como símbolos de la colombianidad; y, no mencionar la palabra “verraco” o cualquiera de sus sinónimos como significado de quien sale airoso de una fechoría o un crimen?

6 - SUFICIENTE ILUSTRACIÓN SOBRE LAS DECISIONES Y LOS REPRESENTANTES DE LAS RAMAS DEL PODER PUBLICO

SI O NO: ¿Aprueba usted que recaiga, en los medios de comunicación estatales y privados, la responsabilidad de proveer la información que permita tener conocimientos asertivos, en materia política y electoral, con contenidos serios y fundamentados por investigaciones éticas; para opinar y votar en consecuencia?

7 - EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA IMPARTIDA DESDE NIÑAS Y NIÑOS CON USO DE RAZÓN HASTA PERSONAS DE LA TERCERA EDAD

SI O NO: ¿Aprueba usted que se tomen cursos obligatorios de cívica y democracia en la primaria, el bachillerato, la universidad, por los medios de comunicación, las redes sociales y con entrada libre, en los centros educativos y culturales de todos los municipios de nuestro país?

Loable esfuerzo, de todas maneras, el de los proponentes y votantes, cuyos resultados deben ser avalados por la Presidencia de la República independientemente del umbral, pues cada punto sacó más de once millones de votos, con todo y que Iván Duque no tuvo la suficiente vehemencia en su apoyo mediático. Pero el gobierno y todas las colombianas y colombianos debemos tomar cartas en el asunto, sencillamente porque el sentido común lo demanda, para que no quede la impresión de que la corrupción sigue ganando terreno y porque también es una responsabilidad humana la que tenemos de cambiar los paradigmas que estrechen y eliminen los espacios sociales que le hemos dado a la delincuencia.

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