
Las bondades de Pretelt
La justicia dejó de ser un absoluto, se convirtió en una veterana que ofrece sus tetas caídas y su entrepierna saqueada mil veces, a quien requiera de sus favores. Tan es así, que Alejandro Ordóñez habla de unos estándares mínimos de la justicia y se me ocurre pensar que Jorge Pretelt los cumple y que no es un mal tipo sino que tiene un sentido propio de la honestidad: cometer delitos menores, como robar, mentir y desfalcar, pero sólo en beneficio propio o del uribismo. Ese ha sido el sentido ético del milenio, sino que ha cambiado –un tanto– con el último gobierno, en el que se permite delinquir en beneficio propio, del santismo y ¡vaya paradoja! también en beneficio de la paz.
Ramiro Bejarano insiste que los sucesos actuales de la Rama Jurisdiccional son más graves que la Toma del Palacio de Justicia donde se quemaron las instalaciones, los archivos con millares de folios incriminatorios del narcotráfico y se asesinaron a sangre fría magistrados que más que jueces eran oráculos. Yo no estoy de acuerdo, lo que él no entiende es que ahora el aparato judicial es más relajado: se cierran los juzgados con cualquier conato de huelga y eso está bien, porque 15 días de vacaciones en diciembre no es suficiente para descansar de un trabajo tan sobrecargado; se encarcela a los delincuentes de cuello blanco en cómodas caballerizas ¡no faltaba más! para que no se vayan a contagiar del lumpen presidiario; se le otorga, incluidos guerrilleros y paramilitares, perdón y olvido a cualquiera con más de mil millones de pesos, regla que aplica también para las reinas de belleza; los magistrados gozan de cuotas para sus familiares dentro de las instituciones de la misma rama u otras del gobierno; y, si en vez de decir “concepto” dicen “concecto”, o de decir “expediente” dicen “etspediente” eso, ya, a nadie le importa. Es la nueva –y consabida– forma de comportamiento en lo judicial. Doctor Bejarano no se despeluque, mientras se cumplan –repito– unos mínimos estándares de justicia como muy inteligentemente dijo el Procurador Ordóñez; palabras que quedarán –por supuesto– escritas en sus tomos de memorias: “Elegías para una canonización”.
Volvamos, entonces, a la esencia de este artículo; Jorge Pretelt no es un mal tipo sino que su cara le quita seriedad a sus actos, pues se parece al abuelo de la familia Munster. Por eso y porque es un godo recalcitrante, de esos que durante la adolescencia, en su natal Montería, cerraba los ojos al ver pasar una burra, la gente no ve fácilmente sus bondades; pero, la verdad, han sido muchos los avances logrados durante su carrera, su magisterio y en el escaso mes y medio que lleva como presidente de la Corte Constitucional.
Candidato al doctorado en derecho de la Universidad Alfonso X El Sabio, en Madrid, España, el doctor Pretelt es experto en Derecho Electoral y específicamente, en el tema de las “ternas de uno” en el que apoya el argumento de que el ternado más opcionado colabore o saque de la manga, el nombre de los otros dos. Le salió el tiro por la culata cuando Mario Iguarán ganó el pulso por la Fiscalía General de la Nación, en la que cinco mil millones salidos del bolsillo de Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, parece que inclinaron la balanza en su desfavor, pues, desde el principio, él fue el favorito para ocupar la cabeza del ente acusatorio; esto le enseñó a nunca bajar la guardia por eso, ahora, ante las acusaciones de haber recibido un millonario soborno, en vez de renunciar, pide una licencia, generando un antecedente de solidaridad, desde el seno de nuestra justicia, para que otros presuntos delincuentes se atornillen a su escritorio, así se lleven por delante la institución que representan.
Con su esposa Martha Ligia Patrón, quien trabaja en un alto cargo de la Procuraduría General de la Nación, cercano al despacho del doctor Ordóñez, han auxiliado a desplazados de la región de Urabá y antes que verlos dejar sus tierras con las manos vacías, por cuenta del desalojo forzoso al que los paramilitares los han sometido, los Pretelt han comprado sus predios; por precios bastante menores al de su verdadero avalúo pero, como dicen: “Algo es algo peor es nada”. La Fiscalía cree ¡qué injusticia! que ellos son cómplices de la invasión paramilitar a los fundios adquiridos, por lo que han llamado a la doctora Patrón a comparecer ante las instancias judiciales y responder por crímenes de guerra y de lesa humanidad; el doctor Pretelt como buen marido y padre de familia ha esgrimido que su mujer no puede cumplir con la diligencia, pues debe salir del país con su hija menor de edad, quien se encuentra muy afectada por la persecución de que han sido objeto, los últimos 20 días.
Se pide a grito herido que renuncien todos los magistrados y parece que tal acción sería conveniente para el presidente Santos, ante la consideración de que la Corte no se muestra favorable a avalar los entuertos jurídicos del proceso de paz. Por lo pronto Jorge Pretelt ha pedido que cambien las sillas de la Sala Constitucional por excusados, con eso cada magistrado puede deliberar mientras hace lo suyo y de paso, se disimula un poco el olor de la podredumbre que se está destapando.
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