
Me comprometo a matar a Nicolás Castro
Supongamos que las cosas hubieran sido distintas. Jerónimo se levanta un día cualquiera del año 2008, se despereza, se acuerda que su papi es el Presidente de la República y con eso tiene para mantenerse contento y sonriente todo el día. Llama por celular a su cuñada -que es lo mejorcito de la familia- y ella mientras se desviste para meterse a la ducha le cuenta, alarmada, que escuchó, en el evento de anoche, que el vecino de una amiga, tiene un amigo que conoce a un muchacho que habla mal de él.
+ Se llama Nicolás Castro, estudia bellas artes en La Tadeo y anda diciendo que eres un príncipe convertido en sapo, como Rin Rin Renacuajo muy tieso y muy majo + dice, alterada, y cuelga de afán, sin despedirse, porque necesita recogerse el pelo con ambas manos.
+ ¡Rin Rin Renacuajo! ¿Con quién cree, ese tal por cual, que se está metiendo? + Dice Jerónimo, para sus adentros. Se le hinchan los ojos de la furia y decide continuar el videojuego que dejó la tarde anterior, le falta matar una colonia de hormigas camufladas para subir al siguiente nivel, por lo que retoma el control de su consola X-Box 360, de 250 Gb, con inusitado ímpetu.
Jerónimo, que contrario a lo que uno cree es un tipo reflexivo, dedica el día a pensar en el asunto. Se lo toma con calma, pone la mano en la barbilla y mira por la ventana hacia el horizonte mientras su secretaria lo contacta con los miembros de su gabinete personal: Simón el Bobito, el Gato con Botas, Doña Pánfaga y otros que, en su momento, lo ayudaron asertivamente con las tareas de la universidad. El asunto amerita un cónclave extraordinario, se reúnen en Andrés D.C., deliberan mientras les llevan trago y picadas a la mesa, sopesan la gravedad de la situación y deciden contraatacar por Internet.
Jerónimo se levanta al día siguiente, se despereza, se acuerda que su papi es el Presidente de la República, de un salto prende el computador y crea un perfil en alguna de las páginas sociales con el título de “Me comprometo a matar a Nicolás Castro”, escribe -aunque no acostumbra hacerlo- un par de párrafos y para no ser tan evidente, tan boleta, firma el comunicado como El Indio Uribe. Lo que le da un aire intelectual porque debe tratarse de don Juan de Dios Uribe famoso liberal del siglo XIX, uno de los fundadores del Correo Liberal y magnífico prosista y poeta; o de pronto es una referencia a Geronimo, valiente e insobornable jefe indio que enfrentó, con escasos 30 hombres, al ejército de los Estados Unidos; o puede ser un sentido homenaje al Apache Kid personaje de los comics que también pasan por televisión. ¿Quién sabe cuál de estas posibilidades será? El caso es que sus amigos le siguen la corriente y entran a la página con chanzas cada vez más inverosímiles, postean mensajes a nombre de las Farc, de los paracos, del grupo Achepé (Asociación de Hijos de Papi), de Al Qaeda, de los talibanes; se llaman a sus blackberries, a sus Iphones, se chatean, se twittean y dicen cosas horribles de Nicolás Castro sin que nunca hubieran sido presentados. O sea, hacen lo propio de los jóvenes inmaduros: pasan, impunemente, horas de inacabable diversión a costa, en este caso, de un muchacho cualquiera.
Sí: cualquiera. El recipiente de dichos agravios hubiera podido ser cualquiera, porque en realidad Jerónimo estaba buscando una excusa para canalizar su rabia interna. De pronto, vive frustrado porque nadie le reconoce sus verdaderos logros; o le molesta la comparación constante con su hermano que es, indudablemente, más buenmozo que él; o se siente asfixiado por la insalvable vigilancia que sobre sus acciones ejercen los medios de comunicación y los sistemas de seguridad del Estado; o se cansó del asedio e impertinencia permanentes de cuanto arribista existe en el país. ¿Quién sabe? Abrir esa página fue sólo una forma irreflexiva de escupirle al universo y culpar a otros de su suerte. Ese tipo de cosas, repito, es lo que hacen los muchachos inmaduros de todas las alcurnias cuando utilizan de forma irresponsable su libertad.
A los pocos días Nicolás Castro se levanta y sin tiempo para desperezarse, ve que en su celular aparecen varios mensajes perdidos y uno de ellos dice “Jejejejeje no vuelvas a salir de tu casa jejejejejeje el hijo del Presidente te quiere asesinar jejejejejeje.” En la buseta, camino a la universidad, se acuerda de las bobadas que dijo, pero piensa que debe ser una confusión: uribes hay cantidades y nicolases castro muchos más. A lo largo del día recibe otros mensajes en el mismo sentido por lo que intrigado entra a Internet y, de repente, se da cuenta que efectivamente es cierto: su vida está en juego. Los comentarios posteados son contundentes y un par de fotos revelan que se trata de Jerónimo Uribe con cara de malas pulgas y todo porque, alguien como él que nada que ver, osó decirle Rin Rin Renacuajo, al parecer, en presencia de muchos otros sapos.
Aunque se siente ofendido por la injusticia con que lo tratan los “amigos” de dicha página, le basta caminar hasta la séptima, donde toma el bus de vuelta a su casa, para desestimar el asunto. Piensa, de narices contra el tubo de la buseta, que además perro que ladra no muerde, que del dicho al hecho hay mucho trecho, y que por más influencia que tenga Jerónimo Uribe es imposible que pueda ejecutar una amenaza de esa naturaleza que, con seguridad y aunque se le fue la mano, fue hecha por molestar, por dárselas de verraco y chicanearle a los amigos.
Llegó a su casa, no se habló de otra cosa. Hubo indignación general y como nunca falta un tío que se destaca por decir lo que todos piensan, éste exclamó: “Y ¿por qué no demandamos a ese chino #$%&%$#?” ¡No es para tanto exclamó Nicolás! Hablaron también de los rumores que corren acerca de Jerónimo Uribe, en el internet y en las revistas, y concluyeron que deben ser iguales a los que se ven sometidos los hijos, e hijas, de los presidentes y la gente famosa alrededor del mundo. ¡Pobres muchachos! Exclamó la abuela.
Los lectores de este texto pensarán que invertir y cambiar los hechos, es especulativo y que en este caso no es válido porque Jerónimo Uribe no es cualquiera persona. Lo que no deja de ser cierto, salvo que fue su propio abogado, en el 2006, quien invalidó tal argumento al decir, sin ruborizarse, que el plagio por el que se sancionó a su cliente en la Universidad de los Andes, fue “¡un asunto de muchachos!” y que no tenía por qué volverse de “interés general”. ¿Quién entiende? La realidad -y en eso debemos ser justos- es que Jerónimo Uribe goza de un estatus Extra Súper VIP y que por muy tieso y muy majo que sea, el peligro de convertirse en objetivo militar del terrorismo, la guerrilla, la paraguerrilla, el narcotráfico y los estudiantes de arte, no deja de ser real.
Gina’s Number One Fans
El club de fans de Gina Parody se reúne los jueves por la tarde en El Nogal. Son coleccionistas de gafas, usan corbatas Hermès y tienen como regla general no escuchar La luciérnaga, por lo que evitan cualquier contacto radial vespertino. En el selecto grupo sólo hay una mujer, su vocera: Sandra Teresa Carreño Urdinola pero “Me pueden decir Sandy, a secas, así como suena.”
Sandy es la viva imagen de la exparlamentaria y candidata a la Alcaldía de Bogotá, se ondula una pizca el cabello, se prohíbe utilizar palabras como "putativo", o "encoño", y habla alargando las vocales abiertas y apretando las piernas, por eso suena, a veces, como la que reparte las toallas en un baño turco. Fue campeona de debates en el colegio, presidenta del curso y distinguida en el anuario como “la alumna con más posibilidades de lograr el éxito.” Su palabra preferida es: Harvaaard, y se las ingenia para utilizarla tanto en conversaciones con la servidumbre, como con los caddies cuando juega golf. Es, a todas luces, una muchacha inquieta; por eso se empeñó en aprender, al derecho y al revés, quién es Rudolph Giuliani, semanas antes de que aterrizara en Bogotá.
Estudiante de ciencias políticas de la Universidad de los Andes, a Sandy básicamente dos cosas le han cambiado el rumbo a su vida: haber perdido la virginidad con un acucioso militante del Partido de la U y haber estado un semestre, de intercambio, perfeccionando el inglés en Nueva York. Por eso y por dar un par de ejemplos, para ella Ciudad Bolívar debe ser como el Bronx y el fondo del río Bogotá debe ser como el del East River, del que sacan en un mismo dragado desde cadáveres, colchones y peces deformes hasta armas oxidadas y carrocerías de buses. Una vez dijo, con cierta inocencia, que siempre que pasa frente a las pescaderías, de la 4ª con avenida 19, se siente como en la estación del metro de la calle 125, en Harlem. El caso es que –haciendo caso omiso de lo meramente anecdótico– para ella es muy claro que nuestra capital ya tiene los grandes problemas de las mega urbes y que cualquier asesoría experta es bienvenida pero, con todo y eso, está convencida de que a Gina, su alter ego y amiga, no le conviene que Giuliani venga a Bogotá.
Una tarde, por los días en que estudiaba este asunto, se la encuentra en el baño de mujeres del club, las dos haciendo lo mismo, cada una en su cubículo, sentadas pero inclinadas hacia adelante para no apoyarse mucho en la fría cerámica; afuera, por las escasas ventanitas de ventilación, se escuchaba un radio sintonizado en una emisora cristiana que decía: "Cualquier cosa que estés haciendo entrégasela al Señor, nuestro Dios." Sandy reconoce a Gina por los calzoncitos que, a la altura de los tobillos, alcanzan a mostrar el estampado de las chicas superpoderosas y le dice emocionada:
+ Amiguis, hooooooola ¡qué lindos zapatos! ¿sabes? pienso que no deeebes traer a Giuliani. No es lo tuyo. ¿Almorzamos y te explico? + A lo que la candidata responde, mientras hace un triangulito con el papel higiénico antes de usarlo:
+ ¡Sandy Caaandy! ¿cómo van mis fanaaaatics? pásame un memo, sobre lo de Giuliani, y lo analizamos en el Interactive Candidate Profile and Media Task Force Group, que se reúne pasado mañana en Andrés D. C. Chao Baa-aaby. + Apuró el paso para no encontrársela de frente, no quería ser mucho más directa con ella. La decisión de traer a Giuliani, como asesor en seguridad, estaba tomada.
Héroe de las duras jornadas posteriores al 9/11 y reconocido por haber reducido el crimen de Nueva York en un 65%, Rudolph Giuliani vino, vio y venció; dijo lo mismo que ha repetido alrededor del mundo, desde que se volvió conferencista internacional, y dejó la impronta de su gozosa personalidad pese al poquísimo tiempo que se quedó en Colombia.
A la postre, Sandy tendría razón, porque la visita relámpago de tan reconocido asesor ha dado más para suspicacias que para claridades; tal como lo advirtió en el memo dirigido a la campaña y que nadie nunca leyó porque ¿qué va a saber una groupie que pega el sobre con la calcomanía de la Mujer Maravilla?
“Me dirijo a ustedes con una preocupación legítima. […] Peñalosa es el hombre de la bicicleta, Mockus el bufón inteligente, Petro el frentero, Galán el hijo de Galán, Luna el joven liberal, Araújo el viejo conservador, Castro el ladrilludo anciano y Gina, nuestra Gina, es la chica play, por lo que no es absurdo afirmar que comparte los votos estrato seis con Peñalosa, salvo los del Country Club que sí son todos de ella. O sea que, básicamente, nuestra candidata ya tiene los votos de los que conocen a Giuliani, de los que saben a ciencia cierta cómo y cuánto redujo la criminalidad en Nueva York; los demás lo vieron disfrazado de bombero cuando cayeron las torres gemelas y, eso, aunque multiplica exponencialmente su recordación, también la distrae de sus verdaderas habilidades como burgomaestre, […] por lo que su visita puede adquirir un tinte sensacionalista. […] Y está lo otro: un conferencista que cobra seiscientos millones de pesos ($600.000.000.oo) por asesorar a un candidato ¿quién nos va a creer que no es lo que le vamos a pagar? ¿y si nos lo creen? ¡peor! porque los votantes potenciales pensarán que hay gato encerrado. No podemos entregarle zipote “papayazo” a los medios: Gina Parody como futura alcaldesa empezaría, ya, con la carga de que dispone de una suma que sólo dos o tres bogotanos y la mayoría de los narcotraficantes, han visto junta y eso genera una antipatía muy grande por parte de los verdaderos votantes: los habitantes que ganan dos sueldos mínimos para abajo.
Hasta aquí los apartes importante del mentado memorandum. Lo demás son consejos a la candidata para animarla a buscar sus votos al sur de la calle 72, donde no los tiene; y buscando la asesoría de figuras cuyo apoyo a Bogotá es indiscutible como Martha Senn o Royne Chávez. Después del punto final, Sandy garabatea con marcador verde luminoso las letras: xoxoxxxo y firma a nombre de los 8 miembros de su grupo de los jueves: Gina's Number One Fans.
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