Omar Khayyam
Rubayaita XLVII
Mas, todo es vanidad: los labios llenos,
El vino ardiente, los nevados senos.
Como todas las cosas, nada eres,
Nada serás, pero tampoco menos.
Rubayaita XXXIX
Cómo la inútil discusión se alarga
Con la sed de saber que nos embarga!
Mejor, alegres, exprimir las uvas
Que buscar, tristes, la ilusión amarga.
Rubayaita L
Al rodar no pregunta la pelota
Hacia qué lado el jugador la bota.
Ese que te arrojó sobre la pista
Sabe, ¡bien sabe!, tu final derrota.
Rubayaita LXXVI
Si en Babilonia o Naishapúr se moja
Tu labio en el placer o en la congoja,
La vida gota a gota se rezuma
Y el árbol se desnuda hoja a hoja.
Rubayaita LV
Déja el afán: lo humano y lo divino
Y el embrollo futuro, a su destino,
Acaricia las trenzas de la hermosa
Grácil como un ciprés, que sirve el vino.
Rubayaita LX
Unos hablaban –y el misterio narro
De aquella extraña población de barro–
Un impaciente, súbito, me dijo:
“¿Quién es el alfarero y quién el jarro?”
Rubayaita XLVI
Todo es, dentro, fuera, abismo, cumbre,
Una farsa de sombras, muchedumbre
Que da vueltas al sol, pantalla impresa
Con siluetas, en torno de una lumbre.
Rubayaita LIV
Ay de ti, corazón sin alegrías,
Sin amores, anhelos ni ardentías.
¡Cómo pasan de inútiles y lentos,
Sin fuego de pasión, los tristes días!