Nicolás Guillén

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Jugabas con un Lápiz...

Jugabas con un lápiz,
callada y pensativa,
sobre la virgen hoja
donde nada escribías.
Te saludé partiendo,
mas tu voz me fue esquiva;
grité luego tu nombre,
alzaste tú la vista,

y de tus negros ojos
en la luz sorprendida
supe que estabas lejos...
¿De qué país volvías?


Piedra Pulida

Vendrás cuando el camino te haya dado
su secreto, su voz.
Cuando –piedra pulida–
estés desnuda de ti misma,
y tengas la boca amarga,
y apenas te saluden las horas,
cruzadas de brazo.

Entonces, ya no podré hablarte,
porque estarás más sorda que nunca;
pasarás solamente
rodando hacia el abismo:
Te veré hundirte en él,
sonora de saltos
y esperaré que suba
la última resonancia, el postrer eco,
piedra pulida,
desnuda de ti misma.


Canción

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(Yo, muriendo.)


Proposiciones para Explicar la Muerte de Ana

Ana murió de un tiro en el estómago.
Ana murió de un tiro en su retrato.
Ana murió de dos y dos son cuatro.
Ana murió de un gran relámpago.

Ana murió de tisis y de hongos.
Ana murió de un vuelo de comandos.
Ana murió de hipo y de catarro.
Ana murió de un solo brazo.

Ana murió de su cangrejo moro.
Ana murió de huevos y arroz blanco.
Ana murió de escarabajos.

Ana murió de hallarse sin socorro.
Ana murió de un mal casi romántico.
Ana murió de un sonetazo.


Soneto

Cerca de ti, ¿por qué tan lejos verte?
¿Por qué noche decir, si es mediodía?
Si arde mi piel, ¿por qué la tuya es fría?
Si digo vida yo, ¿por qué tú muerte?

Ay, ¿por qué este tenerte sin tenerte?
¿Este llanto por qué, no la alegría?
¿Por qué de mi camino te desvía
quien me vence tal vez sin ser más fuerte?

Silencio. Nadie a mi dolor responde.
Tus labios callan y tu voz se esconde.
¿A quién decir lo que mi pecho siente?

A ti, François Villon, poeta triste,
lejana sombra que también supiste
lo que es morir de sed junto a la fuente.


A Veces...

A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡la quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: Esta flor,
para usted.


Canción de cuna para despertar a un negrito

Una paloma
Cantando pasa:
-¿Upa, mi negro, 
que el sol abrasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa;
ni el cocodrilo,
ni la yaguaza,
ni la culebra, ni la torcaza...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, ni negro,
que el sol abrasa!

Negrazo, venga
con su negraza.
¡Aire con aire,
que el sol abraza!
Mire la gente,
llamando pasa;
gente en la calle,
gente en la plaza;
ya nadie queda
que esté en su casa...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, ni negro,
que el sol abrasa!

Negrón, negrito,
ciruela pasa,
salga y despierte,
que el sol abrasa,
diga despierto
lo que le pasa...
¡Que muera el amo,
muera en la brasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa:
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, ni negro,
que el sol abrasa!

 
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